Terroríficas leyendas caleñas y otros espantos

leyendas caleñas

Last Updated on 30 noviembre, 2021 by Marcela

Posiblemente ya no tan terroríficas. En su momento estas leyendas caleñas le quitaron el sueño a grandes y chicos. La tradición oral ha sido una importante manifestación cultural en el desarrollo de Cali. Y gracias a esta muchos espantos se han salvado del olvido.

Si bien algunas leyendas caleñas son muy populares, como la del demonio Buciraco o la Mano Negra. Cali tiene otras historias que, aunque menos conocidas, también forman parte de la memoria oral de la ciudad.

A continuación les presentamos algunas de estas leyendas caleñas, en un intento por salvarlas del olvido:

Leyendas caleñas

La viuda Alegre

Menos popular que la opereta del compositor Franz Lehár, la viuda alegre caleña es un espíritu que deambula en la madrugada los barrios más antiguos de Cali.

Cuentan los que la han visto que es una mujer vestida en el luto riguroso de la época victoriana. Suele aparecerse en San Antonio o San Nicolás, especialmente a hombres casados cuando están borrachos, son violentos o infieles. Eso si, ver a la viuda sólo podía significar una cosa, que se era mal marido.

La viuda suele aparecer barriendo las calles (en Colombia existía la creencia que las brujas barrían en la noche) o simplemente caminando.

Si los hombres la dejaban tranquila no pasaba nada. Sin embargo aquellos que se atrevían a dirigirle la palabra o a quedarse mirándola se llevaban el susto de sus vidas. Pues la viuda enseguida se levantaba el velo que le cubría el rostro y les mostraba que bajo este, en lugar de cara, tenía una calavera.

Aunque destaca entre las leyendas caleñas también es popular en Antioquia. Aunque en la versión antioqueña la misión de la viuda es enamorar hombres para quedarse con sus almas. Se pueden encontrar variaciones de esta historia en todo Sur América.

Los fantasmas del ferrocarril

Cada lugar abandonado guarda sus leyendas, y la estación del ferrocarril de Cali no es la excepción. La vieja estación del ferrocarril parece ser el centro de mucha actividad paranormal.

Ya sea por la historia de un desdichado tren que hace sonar su pito, mientras el suelo retumba en la estación y el aire se enrarece con un vapor incierto, sin que este llegue nunca a su destino. O el de los espectros de las cientos de personas que fueron sorprendidas por la explosión de siete camiones cargados de dinamita, el 7 de agosto de 1956, en pleno corazón de la ciudad.

Muchos relacionan las historias de fantasmas en la estación del tren de Cali. y en sus vagones abandonados, con la sensación de frustración ante el progreso perdido que representa la industria ferroviaria en el país.

Lo cierto es que en la zona se cuentan otras leyendas caleñas, igual de lúgubres pero más trágicas. Las historias de decenas de habitantes de calle que han encontrado techo en los vagones abandonados.

La mujer del Canasto

Es una de las leyendas caleñas con una historia más peculiar. Y si existe un espanto para castigar a los malos maridos, la mujer del canasto se encarga de las mujeres chismosas.

Cuenta la historia que en las noches previas al alumbrado público solía escucharse una mujer arrastrando los pasos a altas horas en la madrugada. Las mujeres que se asomaban a la ventana para ver quién erraba por las calles en semejante oscuridad, eran sorprendidas por la figura incierta de una anciana arrastrando un canasto.

La mujer se perdía en la oscuridad. Y cuando la curiosa cerraba la ventana era sorprendida por golpes en la puerta principal. Sin poder aguantar las ganas de saber quién tocaba la puerta, las mujeres se apresuraban a abrir. Sólo para encontrarse de frente con la mujer del canasto.

Esta les entregaba una vela larga que sacaba de su canasto maltrecho. Y se marchaba, no sin antes advertirles que era para que las acompañara durante la vigilia. Acto seguido las mujeres proseguían a encender la vela. Sólo para darse cuenta que era un pedazo de hueso recubierto en cera, y lo peor, el hueso era de ellas.

La virgen de Yanaconas

Ubicada en la vía a Pichindé, a pocos minutos de Cali, se encuentra Nuestra Señora de los Andes. Más conocida como La Virgen de Yanaconas. Es una estatua gigante del escultor Marcelino Vallejo. Esta se encuentra sobre la cordillera occidental y ofrece una excelente panorámica de Cali.

Según cuenta una de las leyendas caleñas más populares, en 1685 los ojos de esta virgen había antes dos esmeraldas de gran tamaño. Una tarde el joven sacerdote custodio de la estatua fue asesinado. Y las preciosas joyas en los ojos de la virgen desaparecieron.

Desde entonces narran conductores, ciclistas, y habitantes de la zona, se puede ver al joven sacerdote a la hora de la misa (seis de la tarde), pidiendo aventón a los vehículos que suben hacia la virgen. Sin embargo una vez sube al vehículo desaparece casi al instante.

Aún no se sabe si esto se debe a que el alma se encuentra aún buscando a los ladrones de las esmeraldas o si es un castigo por su posible participación en el hecho.

El Diablo de Juanchito

En Cali, al ser una ciudad rumbera, no es de sorprender que existan muchas historias sobre apariciones demoníacas. Una es la leyenda de Buziraco, a quien le dedicamos un post. Pero otra muy conocida dentro de las leyendas caleñas es la de una noche que el mismo satanás salió del infierno para irse a bailar a Junachito. Esta es, en definitiva, una de las leyendas caleñas más recordada.

Posiblemente la historia date de la época de los sesentas o setentas. Cuando estaba la salsa en su pleno apogeo.

Cuentan los que saben que una vez llegó a una de las discotecas de Juanchito un hombre increíblemente apuesto. Era tan apuesto que incluso la música dejó de sonar por unos segundos en cuento el entró.

El hombre se pavoneó por unos instantes, vestido de blanco impecable (hasta los zapatos, símbolo de que era un buen bailarín) y sacó a bailar a una de las jóvenes que estaba en el lugar.

La salsa brava salía despedida de los parlantes y el hombre bailaba cada vez más rápido. Pronto fue evidente para todos que tal velocidad no podía ser humana. Entonces un olor a azufre empezó a invadir la atmósfera. Y cuando la mujer vio los pies de su pareja se dio cuenta que de estos salía humo y se habían convertido en patas, como las de las cabras.

Ella trató de soltarse, pero el hombre, al que ya le habían salido cuernos y de sus ojos brotaba candela pura. Este la apretó contra si para desaparecer justo después de besarla. En el lugar del beso le dejó una quemadura que se extendía desde su boca, hasta el cuello.